Cuando Ana me regaló hace dos años este libro sentí que "un libro tambíen puede enamorarnos visualmente". Es de esos libros que la primera vez que lo tienes en las manos necesitas acariciarlos. Después lo ojeas de principio a fin concentrándote en las fotografías (cuadros, dibujos,fotos).
Varias veces fui retrasando su lectura, lo abría y solo quería disfrutar de la belleza de sus imágenes. Nunca ha estado en un estante una vez leído, lo tengo cerca, a mano y vuelvo a él periódicamente por el puro placer de contemplarlo.Las mujeres, que leen, son peligrosas es una defensa de la libertad de expresión y un homenaje a los escritores y a todas las mujeres lectoras. Su autor repasa la historia de la lectura femenina desde la Edad Media hasta nuestros días. Recuerda que tuvieron que pasar muchos años antes de que las mujeres pudieran leer libremente lo que deseaban, tanto para su educación como por placer. Años en los que se limitaron a bordar, rezar, cuidar de sus hijos y cocinar, hasta que, a través de la lectura, del pensamiento, de la imaginación y del saber, vivieron experiencias que hasta entonces sólo estaban reservadas a los hombres. Y entonces, se volvieron peligrosas.
Para mostrar este recorrido, Bollman selecciona una serie de pinturas, dibujos, grabados y fotografías de mujeres leyendo, realizados por varios artistas, desde la Edad Media hasta el siglo XXI. Desde Rembrandt hasta Hopper, pasando por Vermeer, Manet, Matisse, Casas y por la fotógrafa Eve Arnold. Se trata de imágenes que van acompañadas de un comentario del escritor, en el que explica el entorno en el que fue creada la imagen, quién es la lectora, y el texto que está leyendo.
El libro empieza con la imagen de la Anunciación de María, del pintor Simone Martini de Siena, en la que se ve a la Virgen sorprendida por el ángel en plena lectura. El texto nos explica que la Virgen ya no es la inocente ingenua que los teólogos solían reflejar, sino una mujer inteligente que se apropia del saber y el conocimiento no por obediencia, sino gracias a la lectura y al estudio. Y concluye con la fotografía de Marilyn Monroe leyendo el Ulises, realizada en 1952 por Eve Arnold. En el texto, el autor cuenta que fue a ver a la fotógrafa para preguntarle si de verdad la actriz leía a Joyce, y ésta le respondió que Marilyn no sólo leía el libro, sino que le gustaba mucho y lo leía en voz alta.
Las mujeres, que leen, son peligrosas también incluye un prólogo realizado por la editora catalana Esther Tusquets, en donde nos muestra, de una forma íntima, la lucha de las mujeres por tener acceso a los libros y el conocimiento, y la discriminación que tuvieron que sufrir para lograrlo.
Tusquets recuerda cómo durante siglos se dificultó el acceso de la mujer a la lectura y se les prohibieron determinados libros. Y explica que a muchos hombres las mujeres que leen les parecían sospechosas "porque la lectura podía minar en ellas una de las cualidades que ellos mismos más valoraban: la sumisión. Todavía cuando yo era niña, en la España de los años 40, algunas de las amigas de mi madre me advertían escandalizadas que el exceso de lectura y de saber me llevaría a tener mayores problemas con los hombres", cuenta.
Para la editora, el acceso de la lectura supuso un gran avance para la mujer. "Le dio mayor confianza en su propio valer, la hizo más autónoma, la ayudó a pensar por sí misma y le abrió nuevos horizontes", dice. Y ahora que la lectura se ha generalizado y ha perdido poder, ¿son peligrosas las mujeres que leen? Para contestar a esa pregunta Tusquets cita a un amigo suyo al que le hizo esa pregunta y quien le respondió que a él, las que le daban más miedo "son las que no leen".