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domingo, 25 de enero de 2009

Florence Nightingale



Florence Nightingale nació en una familia de clase alta el 12 de mayo de 1820. Sus padres la llamaron Florence por la ciudad en la que nació, Florencia. Con su padre, Florence aprendió matemáticas, historia, griego, latín, francés y alemán.

Desde pequeña, Florence supo que su vocación era ayudar a los enfermos, pero su familia se negaba a aceptar esta vocación, porque la enfermería en ese tiempo, era trabajo de alcohólicas y/o prostitutas.

En 1850 Nightingale comenzó a estudiar en diferentes países y en 1853 consiguió un trabajo voluntario como supervisora en un hospital de mujeres en Londres.

La idea de formar enfermeras no era totalmente nueva en la Gran Bretaña de mediados del siglo XIX. Ya antes de la guerra de Crimea habían comenzado a resurgir las asociaciones de enfermeras, que agrupaban a numerosas mujeres competentes y moralmente intachables, en contraposición al estereotipo de enfermera borracha e ignorante.

Durante los decenios de 1830-1840 y 1840-1850, y gracias a las nuevas libertades religiosas, se habían creado en Gran Bretaña numerosos centros como St. John’s House, una hermandad anglicana creada en 1848, que en tres meses formaba a mujeres para cuidar a los enfermos pobres en sus propios hogares.
A medida que maduraba su idea, era consciente de la resistencia que podía suscitar.

Durante la guerra de Crimea, el rumor aparecido en la prensa de que algunas enfermeras habían intentado convertir a soldados en sus lechos de muerte había estado a punto de dar al traste con su misión.El temor a este tipo de controversias fue probablemente un factor de peso que hizo que Florence Nightingale se inclinara por la formación laica de enfermeras.


En 1854 la guerra de Crimea significó un gran cambio en la vida de Florence. Ese año, la secretaría de guerra del país le pidió a Nightingale que encabezara una unidad de treinta y ocho mujeres para atender médicamente a las tropas que morían enfermas rápidamente. Aunque ser mujer implicaba que Nightingale tenía que luchar contra las autoridades militares a cada paso, fue reformando el sistema hospitalario. Bajo condiciones que resultaban inhumanas, entre soldados tirados en el suelo rodeados de alimañas y en operaciones nada higiénicas, no debe sorprendernos que cuando Nightingale llegó a Escutari las enfermedades como el cólera y el tifus cundieran en los hospitales. Esto implicaba que los soldados heridos tuvieran una probabilidad siete veces mayor de morir en el hospital de una enfermedad que de morir en el campo de batalla.

Mientras estuvo en Turquía, Nightingale recolectó datos y organizó un sistema para llevar un registro; esta información fue usada después como herramienta para mejorar los hospitales militares y la ciudad. Los conocimientos matemáticos de Nightingale se volvieron evidentes cuando usó los datos que había recolectado para calcular la tasa de mortalidad en el hospital. Estos cálculos demostraron que una mejora en los métodos sanitarios empleados, produciría una disminución en el número de muertes. Para febrero de 1855 la tasa de mortalidad había caído de 60% al 42.7%. Mediante el establecimiento de una fuente de agua potable así como usando su propio dinero para comprar frutas, vegetales y equipamiento hospitalario; para la primavera siguiente la tasa había decrecido otro 2.2%.


Nighingale usó esta información estadística para crear su Diagrama de Área Polar, o 'coxcombs' como los llamó ella. Éstos fueron usados para dar un representación gráfica de las cifras de mortalidad durante la Guerra de Crimea (1854-1856). El área de cada cuña coloreada, medida desde el centro es proporcional a la estadística que representa. La parte exterior azul representa muertes debidas a enfermedades infecciosas prevenibles o mitigables, en otras palabras, enfermedades contagiosas como el cólera y el tifus.


Los pedazos centrales rojos muestran las muertes por todas las demás causas. Las muertes en los hospitales de campo británicos alcanzaron su máximo en enero de 1855 cuando 2 761 soldados murieron por enfermedades contagiosas, 83 por heridas y 324 por otras causas, con un total de 3 168 muertes. El promedio de hombres en la armada ese mes fue de 32 393. Usando esta información, Nightingale calculó una tasa de mortalidad de 1 174 por cada 10 000, de los cuales 1 023 de cada 10 000 se debían a enfermedades infeccionsas. De haber continuado así y sin la sustitución frecuente de tropas, entonces las enfermedades por sí mismas habrían acabado totalmente con el ejército británico en Crimea.


Sin embargo, estas condiciones insalubres no se limitaban a los hospitales militares de campo. Al volver a Londres en agosto de 1856, cuatro meses después de la firma del tratado de paz, Nightingale descubrió que en época de paz, los soldados de entre 20 y 35 años de edad tenían una tasa de mortalidad del doble de la de los civiles. Usando sus estadísticas, ilustró la necesidad de una reforma sanitaria en todos los hospitales militares. Al impulsar su causa, Nightingale consiguió llamar la atención de la Reina Victoria y el Príncipe Alberto así como la del Primer Ministro, Lord Palmeston. Sus deseos de llevar a cabo una investigación formal le fueron concedidos en mayo de 1857 y llevaron al establecimiento de la Comisión Real para la Salud del Ejército. Nightingale se escondió de la atención pública y empezó a preocuparse por las tropas apostadas en la India.

En 1860 abrió la Escuela de Entrenamiento y Hogar Nightingale para Enfermeras en el hospital de St. Thomas en Londres, con 10 estudiantes. Era financiada por medio del Fondo Nightingale, un fondo de contribuciones públicas establecido en la época en que Nightingale estuvo en Crimea y que contaba con £50 000. La escuela se basaba en dos principios:

1. Las enfermeras debían adquirir experiencia práctica en hospitales organizados especialmente con ese propósito.
2. Las enfermeras debían vivir en un hogar adecuado para formar una vida moral y disciplinada.

Con la fundación de esta escuela Nightingal había logrado transformar la mala fama de la enfermería en el pasado en una carrera responsable y respetable para las mujeres. La nueva labor de Florence Nightingale entrañaba no pocas dificultades.

El sistema dependía de monjas que carecían de formación; los médicos, como era de prever, no entendían que las enfermeras necesitaran una formación específica; la enfermera jefe, responsable de las enfermeras en el hospital, utilizaba a las alumnas como personal suplementario.

En definitiva, no resultaba fácil encontrar alumnas con las cualidades requeridas.Los éxitos de la escuela facilitaron la incorporación de alumnas mejor capacitadas, por lo que “enfermeras Nightingale” cada vez mejor preparadas comenzaron a crear sus propias escuelas de enfermeras.
Casi durante el resto de su vida Nightingale estuvo postrada en cama debido a una enfermedad contraída en Crimea, lo que le impidió continuar con su trabajo como enfermera. No obstante, la enfermedad no la detuvo de hacer campaña para mejorar los estándares de salud; publicó 200 libros, reportes y panfletos. Una de esas publicaciones fue un libro titulado "Notas sobre enfermería" (1860). Este fue el primer libro para uso específico en la enseñanza de la enfermería y fue traducido a muchos idiomas.
Las otras obras publicadas de Nightingale incluyen "Notas sobre los hospitales" (1859) y "Notas sobre la enfermería para las clases trabajadoras" (1861).
En 1874 se convirtió en miembro honorífico de la American Statistical Association y en 1883 la Reina Victoria le otorgó la Cruz Roja Real por su labor.

Su mayor aportación es sin duda, la dignificación de la profesión de enfermería y la formación de enfermeras con alto grado académico y responsabilidad médicas; así como también, los primeros estudios estadísticos hechos en hospitales.
Nightingale expuso también una teoría sobre el aprendizaje en la que hacía hincapié en la adquisición de las destrezas prácticas:

La observación indica cómo está el paciente; la reflexión indica qué hay que hacer; la destreza práctica indica cómo hay que hacerlo. La formación y la experiencia son necesarias para saber cómo observar y qué observar; cómo pensar y qué pensar (Nightingale, 1882).

Florence Nightingale consideraba que, una vez que la enfermera había “aprendido a aprender”, el proceso de formación debía continuar más allá de la escuela. Sus ideas al respecto eran asombrosamente vanguardistas: “hoy en día, cada cinco o diez años […] se necesita una segunda formación” (Seymer, 1954, pág. 333).


No es de extrañar que durante sus últimos años Florence Nightingale criticara la profesionalización de las enfermeras.En su opinión, la inscripción en un registro profesional pondría un punto final a la formación, llevaría a la presunción y en definitiva no sería más que una reproducción de la trayectoria profesional que habían seguido los médicos. Florence destacaba lo que de específico tenía la actividad de la enfermera y la responsabilidad personal de ésta en el bienestar del paciente. A su entender, era más fácil conseguir este bienestar si la enfermera entendía su trabajo como una llamada interior o una vocación, más que como una profesión. Tal vez era inevitable, pero finalmente sus razonamientos fueron desoídos.
Sin embargo, y de acuerdo a la información que recopilamos se da a conocer que ella menospreciaba en mucho la labor efectuada por los primeros médicos mujeres, considerando que la profesión del médico debía ser única y exclusivamente del hombre; es por ello que las pocas mujeres médicos de ese tiempo, recibieron muy poco apoyo por parte de ella, pudiendo observar aquí una discriminación de la mujer por la mujer misma, situación que en la actualidad aún perdura en muchos ámbitos laborales.



Las primeras emigraciones de “enfermeras Nightingale” a Australia, Canadá, India, Finlandia, Alemania, Suecia y Estados Unidos permitieron la creación de una red internacional de escuelas que aplicaban el sistema Nightingale. A medida que el oficio de enfermera se convertía en todo el mundo en una ocupación digna para la mujer, el “candil” de Florence Nightingale pasó a ser el emblema de la profesión, simbolizando, por un lado, la esperanza transmitida a los heridos en Crimea y, por otro, la cultura y el estudio.

Nightingale murió el 13 de agosto de 1910 a los 90 años.

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